HIJOS DE LA CASA —En esta serie estudiamos lo que significa ser un hijo desde dos perspectivas: 1) La familia de Dios, donde todo el que recibe a Jesucristo como Señor viene a ser hijos de Dios; y 2) La iglesia local, la cual funciona como una familia extendida para quienes participan de ella.
(Por Harold Rentería)
Como hijos de Dios sabemos que tenemos deberes cumplir todo el tiempo —los mandamientos que Dios ha ordenado en el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Jesús resumió estos deberes (mandamientos) en "dos más importantes":
Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle. —Mateo 22.34-40
Como hijos de Dios, embajadores del reino de Dios, y servidores que somos, también debemos de cumplir con algunos deberes específicos que nos permiten estar conectados con el cielo: Oración, ayuno, santidad, adoración, intercesión, vigilia, diezmo, evangelismo, lectura de la biblia.
También hay ciertos comportamientos que como hijos de la casa tendríamos que agregar esta lista deberes:
Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos. Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. —Colosenses 4:1-6 (RV60)
Enumerados (y en una forma activa) estos deberes van así:
- Dar [buen] testimonio (v. 5)
- Aprovechar el tiempo (v. 5)
- Expresarnos bien (v. 6)
- Hablar de cosas buenas (v. 6)
- Prepararse bien (v. 6)