Este artículo es parte de la serie "Ministerio Musical: Propósito y Herramientas"
(Por Yhojaira Rodríguez Martínez)
Algo que nos distingue de otras criaturas es nuestra capacidad de hablar, de comunicarnos. La lengua tiene un papel determinante en nuestra vida cotidiana ¡y en nuestra vida espiritual!
Como servidores dentro del Ministerio Musical la usamos para cantar y alabar a Dios, y para edificar al Cuerpo de Cristo. Sin embargo, a veces podemos estar usando esta herramienta incorrectamente.
Pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal.
Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce. —Santiago 3:8-11 NVI
Una lengua sin control hace mucho daño. Suelta palabras sin medir las consecuencias, destruye amistades, matrimonios; genera mentiras, insultos, heridas y desprecio.
Jesús dijo que de la abundancia del corazon habla la boca (Mateo 12:34). Para dominar la lengua tenemos que revisar nuestro interior (💓), y esto lo logramos con la ayuda del Espíritu Santo.
Después de que nuestra abundancia sea cambiada, transformada y renovada; nuestra boca hablará tolerancia, paciencia y aceptación, en vez de desprecio; humildad, perdón y amor, en vez de orgullo, odio y venganza.
Si nuestro interior habla así, quienes nos escuchan sabrán que tenemos paz y procuramos la unión entre los hermanos. Si la palabra de Dios mora en nosotros usaremos nuestra lengua para edificar relaciones y no para destruirlas, enseñando, corrigiendo y animando.
4 CONSEJOS PARA PONER EN PRÁCTICA.
- Pensar antes de hablar.
- Aprender y practicare el ver a los demas como Dios los ve.
- Hablar la verdad en amor.
- Exhortar proféticamente a otros con palabras que les edificaran.
Una de las cosas que sucede en el hombre cuando está lleno del Espiritu Santo no es que hable en lenguas, sino que aprenda a detener la lengua que ya tiene. —J. Sidlow Baxter
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